LLEGARON LAS ELECCIONES MUNICIPALES. ¿EVOLUCIÓN O INVOLUCIÓN?

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Por: Carlos Alberto Durán Sánchez

Barrancabermeja, Colombia.

«En estos momentos Barrancabermeja lo que necesita es unidad». Con esta frase lapidaria, el otrora candidato a la alcaldía, Juan de Dios Castilla, sepultó las esperanzas de muchos de sus posibles electores, al tomar la decisión, o probablemente obedeciendo las órdenes de sus comandantes en jefe, de unirse a la candidatura de Elkin Bueno Altahona, aspirante al primer cargo municipal. No obstante, en sus ojos apagados, que Castilla había llegado a explotar publicitariamente como un rasgo físico que significaba transparencia y confianza, se puede notar un dejo de tristeza y de melancolía. No quiero pensar en la veracidad de los chismes circulantes, que afirman que le dieron 300 millones de pesos y un cargo en Bogotá, para adherirse a la arrasadora ventisca política levantada por Bueno. Ya Castilla Amel tendrá que responder con su propio pellejo, cavilando si las circunstancias que lo llevaron a hacerse el Hara – Kiri político realmente valieron la pena. El verá con que cara va a tratar de conseguir electores en un futuro.

Barrancabermeja es una ciudad política. El gozo y la expectativa de las campañas cada vez que hay elecciones, son una proyección de historias enmarcadas dentro de un rasgo característico de la lucha obrera, desde sus inicios liberales en la década del 30, y luego con un viraje socialista cuando la aparición de la UP y el MOIR. Por estos años, la fuerza ya desgastada del Polo Democrático Alternativo, que quiere conseguir a como de lugar una alcaldía en el país, así sea avalando a un candidato como Bueno Altahona, ha recibido un apoyo multicolor.

Cuando se habla de política en Barrancabermeja, se conserva el gusto por las adherencias y las críticas ente vecinos y amigos. Ya sea en la victoria o en la derrota, los ciudadanos de a pie, los que consiguen y los que no consiguen lo prometido, continúan con su vida. Pero, la historia política de la ciudad, también es una amalgama de fuertes arraigos entre los ciudadanos y los políticos, bajo un vínculo clientelista participativo y dependiente. Aunque estas prácticas no son para nada excepcionales en cualquier municipio de Colombia, la política realizada más para los amigos que para los capaces, más para los que «colaboran» que para los que son convencidos, tienen una cimentación cultural en Barrancabermeja desde los años 70 y 80, cuando las invasiones urbanas fueron la catapulta de concejales y alcaldes.

Uno pensaría que en pleno siglo XXI las costumbres que, si bien es cierto, son muy difíciles de desaparecer porque la política, en términos generales, se hace con el «hambre», la «chamba» y las necesidades básicas insatisfechas de muchos votantes, al menos tendrían que ir en retroceso, cómo corresponde a una ciudad que se proyecta hacia el futuro. Pero, caramba, lo que se está viviendo en la ciudad es más preocupante ahora que antes. Pareciera que la famosa frase de Sabas Pretelt «La política es dinámica», estuviera hecha para otear el horizonte de este puerto, con un fervor patriótico que erizaría pieles y nucas al ver al partido de la U, Cambio Radical, Aico, una facción de los Conservadores, y recientemente al partido Verde, de la mano, casi haciendo la ola, apoyando a un candidato del Polo Democrático (opositor en el mismo Congreso de todos ellos). ¿Se tratará acaso de un milagro político que cimentará las bases, desde estas calles ardientes, para un cambio nacional? ¿Estaremos a las puertas de levantarnos todos, poner la mano en el pecho y corear el himno nacional ante tamaña bendición que por suerte nos ha tocado en estas afortunadas elecciones? ¿O se tratará del más profundo y rastrero clientelismo, en el que todos ganan un trozo del pastel?

¿Cuál es el interés real en todo esto? ¿Será que lo más adecuado es remitirnos a expresiones serviles y eufemísticas que hablan de: «acuerdos programáticos que van a beneficiar la ciudad»? Desafortunadamente, es probable que tengamos más la garantía de ver cumplida la repartición del poder entre tantos partidos si llegase a ganar Bueno, que una agenda de gobierno eficaz. Restarle capacidades a este candidato podría ser lo más fácil y lo más complejo, – para utilizar una dicotomía a lo Pambelé- sólo diré que a las acusaciones de vínculos no muy santos, de conseguir recursos sin límites (Aunque el candidato afirmó casi con llanto en los ojos, que sus gastos no habían pasado de 25 millones) y la de cumplir efectivamente con las redes y cadenas clientelares (Aunque esto podría ser una lisonja para muchos, que ven esperanzados como les siguen prometiendo empleos de barrenderas y celadores); se olvidan cuando la gente recuerda al joven de 27 años, que en 1992 le arrebató el poder al omnipotente FILA de Horacio y Aristídes, generando una simpatía que se nota en la cara de muchos y muchas cuando lo ven. Es probable que su carisma haga olvidar los problemas que tuvo en sus dos administraciones, por corrupción y malos manejos; tanto que pareciera que necesita ser el alcalde de Barrancabermeja por muchos años más para poder construir, al fin, lo que ha llamado desde 1992 la Ciudad del Futuro.

Pero lo malo no es todo lo de Bueno, también el candidato liberal, Darío Echeverry, mantiene un desmedido afán por recuperar para su partido, y para Serpa, el poder perdido en la administración de Barrancabermeja. Tampoco quiero hacer énfasis en los chismes que hablan de haber usado la Cámara de Comercio como un centro de ayuda económica para las aspiraciones, ni del gasto enorme en publicidad radial, televisiva, y de prensa (cifra que desconozco) que han inundado bolsillos y corazones de periodistas y líderes por toda la ciudad; prefiero, más bien, mirar el crudo populismo con el que promueve su candidatura.

Yo sé que puedo pasar de aguafiestas, o de negativo; cuándo pienso en lo inverosímil de la construcción de 10 mil viviendas nuevas, y escrituradas a las madres de Barrancabermeja, según las propias palabras del candidato. Este discurso planteado siempre que ve una cámara o que tiene un micrófono, junto a un efervecente: «si se puede», que llega a provocar nauseas; tiene de conveniente políticamente, lo mismo que de necesario. Es cierto, los arriendos no aguantan más aumentos, y hay un déficit de 25 mil viviendas en la ciudad; pero andar prometiendo tanta belleza tiene sus suspicacias. Hace poco leí unas cifras de un lector del periódico Vanguardia Liberal que me atrevo a transcribir: «Veamos, hablan de casas, unos 14000, otros 16000, promediemos 14000, trabajando 4 años seguidos (1460 dias sin parar, si, como no jaja), seria un promedio de 9.58 casas/dia, redondiemos (sic) a 10, a $25 millones casa, daria (sic) $350 mil millones, ya justificaron esa cantidad??, sin contar las «perdidas porque todo sube y otro tanto va al negocio estilo NULE» luego diara (sic) que costo(sic) 900 mil millones, ahora, promedio casa de 5×10 mts, 50 mts cuadrados, por 14000, son mal contados 700 mil mts cuadrados (700 km2, Barranca tiene 1154 kms2, segun wikipedia, sin restarle lo que ocupa la refineria), sin contar vias, zonas verdes, si hacen torres de 6 apartamentos por piso con la mismas medidas, serian 233 torres de 10 pisos, osea mal contados mas de 90 mil mts2, osea 90 kms, ya con eso llegan a Giron y aun no han terminado las torres que prometio contreras, y eso son no son mas de 500 soluciones, o soy mal matematico o es mucha parla de los a$pirantes».

Estas cavilaciones dejan sin palabras a muchos. Pero, más que lo que dice un político en campaña, ya que a fin de cuentas casi siempre incumplen casi todo lo que prometen, me parece más preocupante la continuación irrespetuosa de captar votos con la ingenuidad de la gente necesitada. Andar con un computador chiquito, salido como de una tienda de Pepe Ganga, conquistando niños, para que presionen a los papás, y voten por el tipo que les va a «regalar» tal o cual objeto material, no sólo es triste sino que convoca a la reflexión. Supongamos que está bien, es época electoral, es común conquistar con cosas (No entiendo cómo no ha salido en televisión con una teja de zinc, una caja de omeprazol, o un chocorramo con Pony Malta, que a la larga suplen más las necesidades primarias que un mini computador); no obstante, me parece más específico aún, el llamado a construír clientelas cerreras y toscas. Lo afirmó el mismo Echeverry cuando espetó que el municipio, en su eventual mandato, va a dar 15 mil empleos temporales directos. ¡Ave María Purísima! diría mi abuela. ¿No es una maravilla escuchar de un candidato, que el municipio va a proveer todos esos empleos que, pagando el salario mínimo, valdrían más de 8 mil millones de pesos mensuales. Además, va a tener plata para financiar todo ese monton de casas. ¿No es una maravilla manejar una empresa que sea tan rentable económicamente, como para producir toda esa plata y más? Porque también quedará para salud y educación. Una lección básica de ciencia política, da cuenta que el clientelismo se construye con la necesidad de tener empleo al apoyar a un candidato. Sobre esta base fueron cimentadas muchas carreras de venerables padres de la patria, porque al fin de cuentas, cuando al empleado de la red se le acabe el empleo temporal, volverá a votar por el candidato que le vuelva a dar empleo. Es claro; es mejor dar un empleo temporal, que buscar la manera de incentivar empresas privadas que inviertan y generen empleos estables. Lo contrario es políticamente menos conveniente, porque si uno no hace parte de la red, vota como se le de la gana, osea, vota por una opinión que no sea amarrada a un puesto.

Yo, como prefiero las candidaturas con los pies en la tierra, sin promesas falsas y sin tantos compromisos de poder, voy a votar por la persona que más he visto gastar zapatos en los barrios, sudar y abrazar ciudadanos sin arrogancia; por alguien que combina perfectamente belleza e inteligencia, (Ahí ya quedan descartados López y Sierra, pero ojo que sólo me atrevo a afirmarlo por la primera palabra), porque hay que evolucionar y no involucionar; por eso y porque le creo, voy a votar por Yaneth Mojica Arango.

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