ELKIN BUENO ALTAHONA, ALCALDE ELECTO POR VOTACIÓN HISTÓRICA. El compromiso entre gobernar y dirigir la esperanza.

 

Por: Carlos Alberto Durán Sánchez.

Barrancabermeja. (Santander).

Como siempre, en todas las elecciones hay sorpresas, «quemados» y victoriosos. En Barrancabermeja ganó Elkin Bueno Altahona, un candidato carísmatico y ampliamente cuestionado. Pero no ganó por poco. Sacó la votación más alta en toda la historia de la ciudad. Con sus casi 50 mil votos ( el record lo tenía Juio César Ardila en 33 mil votos) aplastó a Darío Echeverry a quien le sacó casi el doble, y a Yaneht Mojica Arango (Sin duda la más coherente y con el mejor programa de los tres). Lo que viene ahora para mi querida ciudad es de una enorme responsabilidad para Bueno Altahona. Es concluyente cómo la ciudad lo adora y confía en él, pero también lo rápido que olvidaron, o mejor, les importó poco lo malo de sus dos administraciones anteriores. Si la gente apoya a Bueno, está bien, es irrefutable, y lo ideal es que también cuestionen o alaben sus actuaciones con lupa, especialmente por el bien de la ciudad. La frase muy usada de: «ganó la democracia», en esta contienda dejó de ser un paradigma mediático, para convertirse en una alegre y hermosa realidad. 90 mil barranqueños (20 mil más que en las últimas elecciones) ratificaron que pueden acudir masivamente a las urnas, que no importó la lluvia y que el respaldo por Bueno Altahoma, quedará escrito para siempre en una ciudad que lo ha visto tres veces celebrar la conquista del primer cargo municipal. El enorme desafío, no solo del alcalde electo, sino de la coalición de partidos que lo apoyaron, radica en no defraudar una ciudad que tiene cifradas las esperanzas en ver materializado un progreso real y tangible. La historia lo dirá.


Más previsible fue lo que le pasó a Echeverry. Un candidato al que le tocó «construir» una imágen que no tenía, contando con una pésima campaña mediática, concebida quizá con los valores monotemáticos que tuvo el FILA en los años 80’s, pero que ya no aplican como fundamento para construír política. Tanta promesa con cifras disímiles resultó algo poco confiable, además tampoco fue un candidato carismático. Uno se daba cuenta lo mucho que le costaba sonreír, la severidad con la que manejaba su campaña, y también los enormes esfuerzos que hacían sus seguidores por desprestigiar a Bueno Altahona, que a la larga terminaron cansando a la gente  solidarizándola con el exalcalde. Su estrategia en materia de comunicaciones estuvo enmarcada por la temporalidad, y sus asesores confiaron en que era posible construír la imágen de un hombre programático, que con el transcurrir del tiempo habría de ganar adeptos. Para ello,  trataron de formar corrientes de opinión entre algunos periodistas locales (quienes no dudaron en jugarse su prestigio con la esperanza de la victoria), con un enorme «bombardeo» mediático, tratando de vender la imágen de un dirigente empresarial y con un programa serio. Sin embargo, acá era más importante el mensaje y la calidez con el que habría de llegar; y nunca pudieron  hacerle creer a la gente que «sus rutas» basadas en cifras populistas dirigidas a los estratos 1 y 2 iban a ser realizables. Ese fue, desde mi punto de vista, su error.  Echeverry trató de mostrarse como un candidato gerencial, pero creo que entre los gerentes, en los dirigentes empresariales de la ciudad, y en los estratos 3 al 5, no le creyeron; y esos votos también son invaluables. La estrategia mediática y comunicativa ( Que ni siquiera se preocupó por trabajar la dicción del candidato, ni la sonrisa ante las cámaras) de insistir en las cifras cada vez que veía un micrófono, de poner a periodistas a editorializar a su favor y en contra de Bueno Altahona, opacaron las cosas buenas que sin duda tenía su programa de gobierno. Además, siempre contó con un partido liberal que quería renovarse (de hecho la elección de concejales jóvenes así lo demuestra), pero que tuvo la talanquera del recuerdo de Horacio Serpa y su decisión «a dedo» de poner su candidato en Barrancabermeja. A la gente ya no le gusta sentirse obligada, así sea por el trapo rojo.  Echeverry, sin duda un excelente empresario, quizá debería volver sus ojos a este gremio y construír el desarrollo de la ciudad desde este renglón que tanto lo necesita. A los comunicadores que lo acompañaron con tanta efervecencia, lo siento, pero quizá eso le hizo más daño a su candidatura, y también deben sacar sus propias reflexiones.

Ahora bien, la candidatura de la abogada barranqueña, Yaneth Mojica Arango, arrancó con una carga muy pesada: ser identificada como la sucesora del actual alcalde Carlos Contreras. Pese a los enormes esfuerzos, y a su trabajo con las comunidades desde el inicio de su candidatura, por los barrios y con las asociaciones de base, muchas personas no votaron por ella porque, en cierta medida, vieron una manera de «castigar» a Contreras. Su trabajo, no obstante fue constante, sincero y con un equipo creativo muy capaz, pero con recursos económicos muy limitados, en conparación con los otros candidatos. Quizá, uno de sus errores fue no haber hecho ese mismo trabajo entre los estratos más altos (Una particularidad que capitalizó muy bien Bueno Altahona) con visitas personales y actos públicos, más que con apariciones en medios televisivos. Otro error, desde mi punto de vista, fue la insistencia en diferenciarse por su género para captar votos en una ciudad extremadamente machista. Ser mujer ayuda, pero el voto masculino en este medio es imprecindible, e insistir en la diferencia quita más de lo que pone. Fue sin duda, la gran ganadora en los debates realizados por las programadoras locales. Su gran capacidad de mantener una imágen moderada, inteligente y con respuestas certeras y coherentes, dejaron la mejor impresión. Sufrió también ataques desinformativos y el chismorreo balurdo de la incultura política, que palió con enorme dignidad y estoicismo. Su reto ahora es mantener un vínculo político que la mantenga vigente con las comunidades. Tiene la enorme ventaja de la belleza, la juventud  el carisma, la inteligencia y el compromiso sincero con la gente, factores imprescindibles para seguir en la brega de liderar el desarrollo de la ciudad. En política todas la derrotas terminan pronto, y estoy seguro que Yaneth Mojica seguirá pendiente de la construcción de la ciudad que tanto quiere.  La ciudadanía barranqueña, estoy seguro, no olvidará la dignidad que tuvo para adelantar su campaña sin adherirse a nadie, y para soportar los ataques y las desinformaciones sin rendirse.

Juan Carlos Sierra fue un buen candidato, muy mediático (Aunque con algunas cosas que arrancaban más risa que adhesiones, por ejemplo las imágenes en las que se veía jugando pintado con unos niños) y con un picante profesional, cuando en los foros siempre espoleaba a Echeverry, quien siempre se salía de la ropa. Lo conocí poco, pero fue coherente en algunos aspectos. Trató de ganar votos con ciertas cosas muy populistas cómo decir que iba a obligar a Ecopetrol a cumplir con casi todo lo que se le venía a la cabeza, a bajar la gasolina, o quitar el día sin parrillero. Su campaña fue muy alegre y decidida, y su programa no era descabellado. Creo, no obstante, que le tocó una campaña muy dividida y difícil. Lo mismo digo de la abogada Doralba Parada, buena abogada, conocida de los medios de comunicación, pero con menos preparación mediática y algo ingenua con sus propuestas. Los demás candidatos, los que se adhirieron, tengo una opinión muy personal para ellos: Nunca he creído en las personas que se rinden, que hacen campañas sin ver las posibilidades antes de «lanzarse». Una vez en la arena, la opinión pública no olvida que la ilusión puede constituírse en una traición, ya que el candidato debe esforzarse  en «enamorar» al ciudadano para si mismo, y no para que después se enamore de otro. Uno no busca conquistar una chica, para después dejársela a un hermano o a un primo. La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace para cautivar a los votantes, debes ser única y no endosable. A Alfonso López «lo mató» haber «copiado» un programa de gobierno, y haber sido puesto en evidencia en vivo y en directo en un debate televisivo. Esta es una muestra que el aprendizaje político debe hacerse de cara a la comunidad, y de la responsabilidad  que los medios y los periodistas tienen para verificar que la información sea veraz.

Sobre los medios tengo una observación. Barrancabermeja es una ciudad con una cultura política que merece un cambio. Cómo es supremamente difícil que los procesos educativos sean liderados por los políticos,  deberían quedar en manos de los comunicadores más responsables e imparciales. Algunos medios hacen esfuerzos, pero también son enormemente parcializados y poco preparados. En la transmisión de los resultados electorales, Enlace T.V, fue muy acertado, con periodistas muy profesionales y con los comentarios de sus presentadores muy avezados y serios. No puedo decir lo mismo de Telepetróleo, que mantuvo una producción de muy mala calidad. Con un sonido terrible y con una presentadora que demostró su poco bagaje político ante lo que estaba sucediendo. El segundo comentador que invitaron, sí fue excelente, acertado y muy bien preparado. Cabe hacer un llamado para que la profesionalización de los colegas no se quede en el título, ni en los años de experiencia haciendo periodismo político. Nunca antes ví a unos periodistas tan jugados a tal o cual candidato, incluso se llegaron a pelear colegas, quienes en ruedas de prensa y en otros sitios compartían sin problemas, con la camaradería propia de una profesión comprometida con las comunidades. La educación política comienza por ellos mismos, porque deberían personificar una manera de proyectarla. En la ciudad existen espacios en los medios de comunicación (tanto en prensa, en radio y en T.V.)  manejados muy pobremente, con poco contenido; y también existen producciones muy buenas. Estimados colegas, debo decirles que no sólo los políticos son los proveedores de trabajo, hay que volverse más empresariales, eso otorga independencia.

A los ganadores felicitaciones. Ojalá no olviden el compromiso que adquierieron con el respaldo de los votos. Un favor especial si pedirá Barrancabermeja. Ojalá la limpien de afiches y vallas lo antes posible, incluso les sirve mucho a los perdedores para que no se siga recordando la derrota por muchos meses. Esta campaña política fue muy parcilizada, estuvo enmarcada por las pasiones de muchos, pero también fue divertida y a la larga, la participación también histórica de 90 mil personas que votaron en la ciudad, refrenda de lejos que la democracia es una fiesta y  es difícil dudar  que los candidatos que alcanzaron sus objetivos no tuvieran el respaldo primario de la comunidad. Ahora a cumplir y a vigilar.